lunes, 21 de septiembre de 2009

La C-31


El 'Conseller’ de Obras Públicas escribía recientemente en ‘el Punt’ de Girona y defendía el trazado de la carretera C-31 que discurre por la comarca del ‘l'Alt Ampurdà' entre Vilacolum i la Tallada

La polémica está planteada en torno a la integración paisajística en el entorno. Mejor dicho, en la ausencia de integración en el paisaje. Grupos ecologistas, ambientalistas, instituciones y personas como el periodista
Antoni Puigverd han hecho notar su rechazo.
Mi impresión personal al visitar las obras y el trazado está más cerca de las críticas que de los razonamientos de defensa del Conseller. Me parece un trazado de ingeniería convencional diseñado en función del automóvil y no del paisaje.
Aún así, leo con atención el artículo y me llaman la atención varias cosas:

La primera: la foto que ilustra el artículo no es del paisaje, del trazado, sino una foto de la construcción, ferralla, maquinaria…
Marinetti la hubiera considerado arte. Por supuesto, no puedo asegurar que el autor haya elegido la foto, pero indica una sensibilidad muy alejada del punto de vista contrario. Casi diría, provocativa… y, en cualquier caso, alejada del sentido contemporáneo del progreso.

La segunda: el argumento inicial (¿principal?) de defensa del posible sobredimensionado es que los tramos anterior y posterior ya están hechos de la misma manera y medida. Pobre argumento. ¿No era que rectificar es de sabios?

La tercera: El argumento de la peligrosidad. Es como si para aumentar la seguridad de una carretera no fuera posible más que este modelo en el que, paradójicamente, la velocidad media aumenta. ¿No era que el aumento de velocidad aumentaba la siniestralidad?
Otros departamentos de obras públicas están enfocando el problema de seguridad de una manera distinta. No hay más que visitar las carreteras noruegas.

La cuarta: El mal menor. Efectivamente, siempre pueden haber diseños peores pero, ¿no estamos obligados a dudar, pensar, innovar, preguntar, hacer participar….?

La quinta: La defensa de las nuevas soluciones a los problemas de accesibilidad y permeabilidad que hoy serán más complejas y caros ‘gracias’ a la carretera. ¿No sería más sencillo arreglar esos problemas ‘a priori’ y localmente?

En otros países, las carreteras son verdaderos productos turísticos y gozan de programas y fondos para integrar transporte y paisaje. Aquí, no solo no lo son sino que tienden a malbaratar el paisaje a su paso.
El paisaje es frágil…. Si añadimos a la poca sensibilidad de la carretera, algún campo de golf de más, con algún proyecto inmobiliario excesivo, con un par de líneas de alta tensión, con un polígono industrial y un par de escombreras …. acabamos conformando el paisaje actual, banal y confuso del que algunos nos quejamos, señor ‘Conseller’.

jueves, 16 de julio de 2009

La geografía como eje turístico


Si entendemos el turismo como una forma de conocer, descubrir lugares e identidades diferentes en forma de personas, lenguas, paisajes, sabores y, en suma, experiencias, creo que el negocio turístico está desaprovechando el instrumento más valioso y más simple que tiene a su alcance: 'la geografía'.
Entiendo la geografía como la capacidad de interpretar el lugar en todas sus facetas, humana, física, económica, biológica... y la capacidad de interpretar, reinterpretar, explicar, conocer nuestro viaje, que multiplica la satisfacción del turista elevándolo a la categoría de explorador capaz de entender y transmitir aquello que ha experimentado.
La geografía torna al turista en explorador.
Sin embargo, las agencias y tour operadores, informan en torno a destellos e imágenes desarticuladas de su ‘geografía’ escamoteándonos esa posibilidad. El turista se convierte entonces en ese elemento manipulable a base de tópicos publicitarios. De posible explorador a ‘dominguero’.

También los territorios pierden la oportunidad de ofrecer su geografía como atractivo turístico para convertir sus visitantes en exploradores. No hay más que fijarse en las cuencas fluviales. No existen como oferta articulada para su visita.
Y sin embargo, son la mejor oportunidad para enlazar el turismo de interior con el ‘sol y playa’. Geografía...

sábado, 20 de junio de 2009

Efecto litúrgico


En la interfase campo/ciudad, tan maltratada, tan ultrajada, tan banalizada... es precisa la intervención y la reconquista con nuevos valores olvidados de respeto y protección... es precisa una liturgia. En los caminos de entrada al bosque senderista de Collcardús en el Vallés Occidental, hemos diseñado unos totems que pretenden recoger este espíritu litúrgico. Son las simbólicas puertas de entrada, soportan la información básica y las señales de orientación para el que se adentre en el camino. Detenerse junto al totem un par de minutos, revisar el itinerario que a continuación caminaremos, leer las recomendaciones, reconocer o descubrir la toponimia, hace consciente al visitante del cambio al que nos someteremos. Dejaremos de caminar sobre el asfalto de las calles y nos dejaremos envolver de otras sensaciones... ¿No es un momento mágico?
Los totems de piedra y de intenso color azul así lo dicen: 'Sea bienvenido al Bosque Senderista de Collcardús, respételo'

viernes, 19 de junio de 2009

¿Tiene el paisaje propietario?

En nuestro entorno, cualquier rincón de terreno tiene propietario. Aún así, en el moderno ordenamiento territorial, los derechos de la propiedad se ven limitados por normativas, clasificación del suelo, ordenanzas... En definitiva (y afortunadamente), no se puede hacer cualquier cosa en cualquier lugar. Este hecho ha sido asumido con resignación por aquellos propietarios con expectativas de uso diferentes a las que la ley le concede.
Hemos de añadir, además, una progresiva protección y preservación de los espacios libres y naturales no asociados al futuro crecimiento de las ciudades.
Por tanto, a día de hoy, tenemos muchos propietarios con limitación de uso en sus dominios, a veces resignados, a veces combativos y casi siempre disconformes. Ciertamente ya no les rendía la actividad económica tradicional que en sus terrenos hacían: agrícola, forestal, extractiva... pero no ven alternativas nuevas y las que ven no les convencen.
Considero importante para preservar el paisaje y el territorio un esfuerzo por educar a los propietarios en una nueva manera de entender su propiedad, 'una escuela de propietarios' que explique una nueva manera de entender la responsabilidad de la propiedad.

domingo, 22 de febrero de 2009

El Paisaje no es teoría


En La Vanguardia de ayer[1] leí la noticia del rechazo de la administración (Departament de Medi Ambient) a la instalación fotovoltaica que los monjes de Poblet[2] promueven para producir energía sostenible y, de paso, cubrir el actual aparcamiento que utilizan los múltiples visitantes al monasterio. El motivo de la negativa es por motivos estéticos y de normativas del paraje natural y de la obligación de construir con cubierta de teja árabe. Por el contrario, los monjes arguyen que la instalación está perfectamente integrada en el paisaje y, más importante aún, ‘que los espacios naturales protegidos deben dar ejemplo de coherencia ambiental’.
A la luz de la polémica, me salta una primera reflexión: ‘El paisaje no es teoría’. Es decir, los paisajes están sometidos a la acción humana y natural, a los cambios, climáticos o no, a las nuevas y viejas tecnologías, a las arquitecturas y a las infraestructuras… El mismo monasterio de Poblet ha mejorado su entorno con sus volúmenes, construidos según las tecnologías consecutivas que, a lo largo de los años de su construcción (en realidad siglos), se usaron. Nuestro problema contemporáneo reside en que la enorme capacidad de tecnología transformadora del paisaje de la que disponemos no se acompaña de la cultura de intervención necesaria, lo que nos crea inseguridad y desconfianza en sus resultados y pusilanimidad en las decisiones: ‘mejor no tocar que seguir destrozando…’.
Mi segunda reflexión es que es necesario hacer buena práctica del paisaje sin renunciar a la modernidad, a la tecnología y a la sostenibilidad. Y no necesariamente que las cubiertas sean de teja mejora el paisaje… Además, ni siquiera son de arcilla, vienen de cientos de kilómetros de distancia y las pintan con productos químicos nocivos…

domingo, 4 de enero de 2009

El valor del pequeño patrimonio intersticial


El conflicto del crecimiento de las poblaciones y sus consecuencias en el entorno inmediato es tan viejo como la humanidad y su hábito de vivir en comunidad. Lo que ha ido cambiando en el devenir histórico es la percepción de esa relación de la ciudad con su entorno, En el amplio catalógo de relaciones posibles “dentro-.fuera” tenemos ejemplos diversos para diversas situaciones y diversos diseños para cada una de ellas: la muralla que limita y separa, la ciudad-jardín que procura camuflarse en el exterior, la huerta que civiliza los espacios periféricos, los caminos que cruzan, los que provocan mayor crecimiento… Todos ellos patrones de diseño que, con mejor o peor resultado han dado forma a ese catálogo y escenarios a esa relación de prácticas “dentro-fuera”. Ahora bien, si añadimos hoy el transporte motorizado, las infraestructuras y los modelos de gestión urbanística y observamos nuestras poblaciones, el espectáculo es desolador, especialmente en los espacios periféricos e intersticiales.
La urdimbre de relaciones dentro-fuera se han visto desposeídas de su catálogo tipológico y parece imposible recuperar el viejo equilibrio.
Sin embargo, cierta nueva sensibilidad “ecológica” y la necesidad moderna de usar y disfrutar del entorno natural, nos obligan a reconsiderar y rediseñar los espacios periféricos e intersticiales para dar satisfacción a los ciudadanos.

Siendo los humanos seres que vivimos en nuestras historias, no podemos renunciar a ellas….. por ejemplo, es ridículo escribir en los libros escolares como vivían los catalanes en el siglo XVII y XVIII sin que podamos visitar y conocer los restos y vestigios que tenemos, pozos de hielo, pozos de cal, cauces y cabañas de pastores porque los vayamos arrasando con un crecimiento inculto y especulativo. A la vez, es ridículo que no apliquemos soluciones de diseño a la frontera ciudad-campo en base a estas historias, restos patrimoniales (no importa su valor…) y nuevos usos de ocio ciudadano. No existen urbanizaciones en nuestro entorno que tomen en consideración este problema aunque disponemos de normas, regulaciones y leyes que, simplemente tendríamos que hacer cumplir… no es necesaria una nueva ley sino una mirada transversal de todas ellas, interdisciplinar e inteligente que sea capaz de diseñar proyectos que:

-Respeten y valoricen el patrimonio, sin reparar exclusivamente en su valor arqueológico sino también de posición
-Faciliten el acceso responsable al medio
-Integren los valores paisajísticos en las poblaciones
-Contemplen, respeten y aseguren las acciones antiincendios
-Procuren un control social de las periferias urbanas
-Faciliten un tránsito no motorizado “dentro-fuera”

Existen las normas, las historias, las tradiciones, la tecnología y las ideas…. ¿no será una cuestión de pereza disciplinar y burocrática, o la vieja pretensión corporativista de querer resolverlo todo desde una y única cátedra, o lo tenemos al final de nuestras prioridades políticas? La división disciplinar y competencial deja los espacios intersticiales sin control o, lo que es peor, al albur de cualquier actividad depredadora, oportunista o peligrosa. Por el contrario, estoy seguro de que la preocupación por esos espacios, el humilde patrimonio y esas relaciones ancestrales son el futuro de nuestras ciudades medianas.