
El paisaje siempre ha tenido la virtud de dejarse concentrar, en un cuadro, en una fotografía, en un documental, en una novela, ahora en un postre, amplificando así su capacidad de comunicarnos experiencias sensoriales. Es capaz de emocionarnos aunque ni siquiera lo hayamos visitado. Ahora bien, la experiencia real y completa es la de sentirse inmersos en ese paisaje, recorrerlo y descubrirlo. Es recomendable y satisfactorio aunque concedo que quizá fuera mejorable si nos lleváramos parte de ese postre para paladearlo mientras caminamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario