lunes, 15 de diciembre de 2008

Bicicleta y oferta turística



Un sistema de movilidad sostenible y la adecuación urbana y territorial al uso de la bicicleta, se pueden convertir en un reclamo interesante a la hora de competir entre destinos turísticos. Es un complemento de valor añadido y un producto en sí mismo para ciertos turistas con mayor nivel de exigencia, especialmente en los destinos de “sol y playa” como forma de diferenciarse, ya está dirigiendo a los destinos con mayores valores paisajísticos al diseño de rutas ciclables para seducir turistas de intereses especiales.
Ahora bien, el hecho de disponer de una política activa en pro de la bicicleta, no garantiza ni asegura su articulación como “producto turístico”. Para ello es necesario vertebrar los itinerarios y desarrollar un sistema de información y equipamiento.

La construcción de rutas turísticas para bicicleta de largas distancias es ya una realidad consagrada en Europa, y España se sumará a esta fórmula tal como lo está haciendo con las rutas senderistas o GRs, con diversos proyectos para conectar las redes turísticas e itinerarios ciclistas nacionales. Otros países como Alemania en la Ribera del Danubio y Francia o Checoslovaquia ofrecen muchas oportunidades de realizar rutas en bicicleta. Aquellos que prefieren usar su propia fuerza física para desplazarse, disfrutar del medioambiente y adoptar un estilo de vida saludable pueden encontrar así lugar ideal que responde a su filosofía sobre dos ruedas.

Esta dinámica de rutas ciclables paneuropeas conjugadas y articuladas con un buen sistema urbano y territorial pueden permitir desde hoy mismo ofrecer la oferta e integrarse en un futuro cercano en una red europea para mejorar la oferta de destino.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Cinque Terre


Las "Cinco Tierras" son actualmente un parque natural italiano situado en la Liguria. Y, "actualmente" son un parque porque no hace muchos años eran una serie de pueblos junto al mar con graves problemas de despoblamiento ante la falta de actividad económica. Lo sorprendente y novedoso es que la gente de ese territorio, tomó al propio territorio como excusa y vieron en la declaración de parque una salida a sus problemas. Lo sorprendente es que, hoy, el ejemplo de Cinque Terre nos hace ver que las crisis son un buen punto de partida para ciertos territorios que buscan afirmar su identidad. Sorprende ver como se rediseña una identidad en base a la nueva mirada contemporánea sobre el territorio. Lo que previamente era aislamiento y dificultad, hoy es belleza y oportunidad. Lo anteriormente remoto, es hoy objeto de deseo internacional.


El tratamiento en base a muretes y terrazas, tan mediterráneo, para humanizar las fuertes pendientes del abrupto territorio, que fueron heredadas del sistema económico previo y obsoleto, se recuperan hoy repitiendo aparentemente el esquema aunque con otra mirada que aúna modernidad y tradición.


Las Cinque Terre son un buen ejemplo de que el respeto y cuidado del suelo que nos sustenta son un buen marco para la renovación de la oferta... y no solo hablo de turismo, sino de conciencia y convivencia, salud y educación.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Deconstruir

En los pasados años, se ha medido el progreso en número de toneladas de cemento y de créditos hipotecarios. La economía y el consumo crecían a la confortable e incómoda sombra de esa carrera por ocupar y vender territorio.
Hoy disponemos de cientas de miles de viviendas desocupadas y de un territorio de nuevo desequilibrado. Por fortuna, ahora también dispondremos de tiempo para pensar, recuperar y enmendar los desmanes. Quizá también para deconstruir. O mejor digo derribar...

miércoles, 9 de julio de 2008

Re-rediseñemos


Desde la aparición del automóvil, pueblos y ciudades se han ido adaptando al nuevo artefacto y al nuevo estilo de movilización. Todo un sistema urbano preexistente fue modificado y rediseñado inexorable y dramaticamente para su adaptación: pendientes, dimensiones, segregación de tráficos, tiempo y almacenamiento.

Pasados los años, hoy nos encontramos con la necesidad de revisar estos diseños. El automóvil molesta. Y no solo por razones ecológicas, estéticas y energéticas. Nuevas prácticas de ocio ciudadano chocan frontalmente con el diseño generado en torno al automóvil. Cualquier persona que quiera acceder a su entorno inmediato rural y natural para pasear, ir en bicicleta, correr o simplemente observar, encuentra dificultades insalvables en la maraña de infraestructuras diseñadas para el automóvil. Y eso no solo pasa en las grandes ciudades (razonable aunque no deseable) sino en cualquier pequeña población que ve desconectada su red de comunicaciones no motorizadas de su entorno. Los caminos tradicionales no conectan con la población, siendo una aventura intentar salir a pie o en bicicleta de cualquiera de nuestros pueblos.

Es preciso re-rediseñar y "coser" o "zurcir" la conectividad no motorizada para conseguir una mayor y mejor calidad de vida en nuestras poblaciones, para asegurar las nuevas (aunque viejas) prácticas de ocio ciudadano.

martes, 10 de junio de 2008

Las fotos de Massimo Vitali

Massimo Vitali fotografía gente ocupando espacios o espacios siendo ocupados por gente. Los dos ejemplos al lado de este texto, son característicos aunque opuestos, de un uso turístico del espacio. Y de la forma que tenemos de transitar por el paisaje.

Lo relaciono con una entrevista que leí recientemente a Susan Fainstein, profesora de urbanismo en Harvard. En ella proponía hacer réplicas de ciudades históricas en otros lugares, a modo de parques temáticos, para prevenir el exceso de turismo y acumulación en los lugares originales...
Sin negar la preocupación legítima que guía la propuesta de Fainstein, para prevenir el colapso de las ciudades históricas y viendo en detalle las fotos de Vitali, creo que las posibilidades de relación turística son y pueden ser muy diversos. ¿No seremos capaces de diseñar nuevas maneras de ocupar el territorio sin recurrir a repetir las viejas escenografías? ¿Nuevos espacios para viejos turistas o nuevos turistas para viejos espacios?

sábado, 10 de mayo de 2008

La fragilidad del paisaje


Un trabajo que estamos realizando en la actualidad nos ha permitido visitar el desierto de Atacama en la provincia de Chañaral, Chile. Hermoso y remoto lugar del planeta. O no tan remoto... Cuando caía la tarde y buscábamos un salar, pasamos junto a una duna cónica, perfecta, suavemente iluminada por el sol poniente. Alguien, había marcado las roderas del paso de su vehículo en el fútil intento de subirla. ¿Para qué?, ¿por qué?
El intento había dejado una marca que ofendió nuestra egoísta relación con ese trozo de mundo, que demostraba la presencia anterior de otra gente, que, a nuestro parecer, simbólicamente, despreciaba la belleza de esa duna.
Ojalá el viento borre pronto esa huella, ojalá su desaparición no provoque en nadie la necesidad de hollarla de nuevo.

viernes, 28 de marzo de 2008

Turismo y Preservación




El uso público y turístico de los Parques Naturales es objeto de controversia entre los defensores de la preservación y los partidarios de la divulgación. Lo cierto es qu, los espacios protegidos, están sometidos a fuertes presiones de uso (que no siempre son bien intencionadas…).

En los recientes trabajos acometidos, estamos abordando esta disyuntiva entre preservación y uso social. Se da además la circunstancia que los espacios son mediterráneos y, por tanto, han sido fuertemente “humanizados” desde hace siglos.

Hemos propuesto la concentración de actividades e intervención en las zonas limítrofes de los parques, la incorporación de actividades “humanizadoras” tradicionales y un eje proyectual vertebrador del espacio en forma de itinerario, ruta u otras formas turísticas de intervención. De esta manera, nos parece dar sentido al uso social de los espacios naturales a la vez que quitamos presión a sus corazones protegibles, reincorporamos la biodiversidad mediterránea en los límites, añadiendo zonas “fuelle” y facilitamos la actividad económica periférica. Todo ello, con la imprescindible limitación del uso motorizado, verdadera clave del diseño.

martes, 4 de marzo de 2008

Territorio y Emprendimiento

Abramos unas cuantas preguntas sobre las relaciones entre empresa o emprendimiento y territorio o organizaciones sociales establecidas en el territorio: comarca, región, ciudad.... ¿qué relación hay entre la forma y la historia del territorio y las empresas que de él surgen?¿Hay relación? ¿se puede repetir el Silicon Valley? ¿Hay una dimensión estigmatizante en los territorios y la gente que los habita que incapacita a unos y empuja a otros a ser emprendedores? ¿qué relación hay entre territorio y negocio o empresa? En nuestra interpretación, el territorio, las ciudades, las regiones... la conforman y la identifican las relaciones entre la gente y sus organizaciones... más aún, las conversaciones de las personas que las habitan. Sin entrar en geopolítica, y dando por supuesto que hay territorios más bien dotados originalmente por su historia y su localización, nos interesa qué conversaciones y qué prácticas son intrínsecas de los territorios emprendedores y si son trasladables como fenómeno a otros lugares. Si hoy miramos el peso global de un territorio como el Sylicon Valley, nos parece imposible encontrar componentes de localidad en él. Imposible e incomparable con nuestra realidad local y territorial cercana. Pero esto no siempre fue así. Castells lo describe y articula con precisión en su famosa trilogía. El emprendimiento es siempre local y por tanto territorial y urbano. No entendemos un desarrollo territorial que no esté ligado a las personas que lo habitan y que son el motor del emprendimiento y sus recursos. La geometría y la planificación no son el patrón de la forma del territorio sino la comunicación humana, los desplazamientos y las relaciones, la identidad y las ofertas locales. La materialización de les teorías urbanas tiene un papel poco significativo en la evolución de las ciudades y su territorio. Más que constituir una manifestación imperfecta de una teoría abstracta, la urbanidad es una instancia viva y perfecta de realidad. La complejidad resultante y el potencial inacabable de un territorio tienen poca relación con la novedad y con la abstracción teórica porqué forman parte del universo profundamente móvil de las cosas. El territorio es un lugar practicado. Así, la calle geométricamente definida por la disciplina urbanística se transforma en espacio por el uso de los paseantes. De la misma manera, la lectura es el espacio producido por la práctica del lugar que constituye un sistema de signos –un escrito. Concluimos que en el mundo actual necesitamos identidades locales fuertes que permitan lidiar con los desafíos de la globalidad en la que nos movemos. En el espacio local es dónde se producen las transformaciones que impulsa la globalidad. Por ello, es un espacio local dinámico el que permite tomar y diseñar opciones para integrarse en la globalidad. Hay que fomentar mucho más la participación ciudadana en los problemas cotidianos. Cuando la comunidad está comprometida en enfrentar sus amenazas y oportunidades, se tiene éxito; cuando la gente desde las bases mismas puede ver que su grano de arena contribuye a la reconfiguración de lo social, entonces, logramos las dos cosas que el empresario emprendedor siempre tiene. Se preocupa globalmente, pero actúa localmente. Lo contrario es tener siempre una elite política que habla del todo y un ciudadano alienado que no se preocupa de nada. Es imprescindible generar grupos de acción ciudadana preocupados por desarrollar proyectos. Para crear los equipos capaces de liderar proyectos en el espacio local, rescatamos otra noción de la educación alejada de la convencional que identifica educación con transmisión de conocimientos y desarrollo de la racionalidad. Entendemos la educación como una disciplina que cultiva tradiciones, habilidades y sensibilidades que se sustentan en la experiencia pragmática, histórica y biológica de la comunidad en su territorio. Es a partir de esta noción de la educación, basada en el cultivo de tradiciones históricas, que son a la vez comunitarias y prácticas, que se conectan tradición e innovación, y que nos conectan con comunidades de todo tipo, más allá de nuestras fronteras, es lo que hay que poner en el centro, si queremos realmente producir regiones más preparadas para enfrentar los desafíos y las oportunidades que el avance de la globalización nos plantea.

miércoles, 20 de febrero de 2008

¿Tienen identidad los territorios?


Cuando de niño, con mis hermanas y primos, jugábamos en el campo las tardes de verano, nombrábamos los diversos lugares de juego habitual: la colina del musgo, la selva de las lianas, el campo de la higuera… ejercicio imprescindible, sin el cual no había juego posible. Esos lugares, por cierto, tendrían otros nombres que desconocíamos y que, en cualquier caso, no se hubieran adaptado igual de bien a nuestras actividades. Nombrar la colina del musgo, casi implicaba jugar al escondite y, si de la selva de las lianas se trataba, la cosa iba de piratas o exploradores.

En nuestra pequeña comunidad, nombrar era sinónimo de poseer y actuar y, fuera de ella, esos nombres no tenían ni sentido ni esencia. De hecho, no se compartían con adultos ni con otros niños si no era como forma de integración al grupo original. Aún hoy recuerdo el sentimiento de desolación, horror y pena cuando urbanizaron la colina del musgo para suplantarla por las casas de Can Rovira 2. Ni el nombre ni nuestros juegos, sirvieron para impedir el paso de las excavadoras. Cruel lección.

Con los años e implicado profesionalmente en proyectos de territorio, turismo y medio ambiente, me sigo enfrentando a la definición y articulación de la identidad de los lugares, a su puesta en valor, a asociarles proyectos y actividad económica, a procurar la pervivencia de sus paisajes. Mientras, aunque ya aprendí que no son suficientes los topónimos para conservar un lugar, y en tanto que, parte esencial de mi trabajo consiste en rediseñar su identidad, me pregunto: ¿Tienen identidad los territorios? ¿Son diseñables y, aún más importante, rediseñables?

Por identidad de un lugar entiendo la serie de componentes, características y condiciones que lo hacen reconocible y diferente a otro a los ojos del observador, del visitante y del habitante. Éstas, además de múltiples, varían y poseen una jerarquía diversa y subjetiva en función de cada individuo, de su historia, cultura y voluntad. El mismo británico capaz, como habitante de reconocer y valorar hasta quince tipos diferentes de cerveza, compra, como visitante, un sombrero mexicano en su visita a Barcelona seguro de llevarse en ese objeto un pedazo de la idiosincrasia catalana.

Para complicarlo aún más, el fenómeno de la globalización añade culturas, idiomas y costumbres nuevas a nuestros escenarios físicos. Los pastores manchegos son, en realidad, rumanos. Los sombreros mexicanos del ejemplo anterior son “made in China” y el baile más bailado en Madrid es la cumbia.
Este fenómeno, lejos de desanimar a los proyectistas del territorio, nos anima en tanto que alimenta la tesis de la “diseñabilidad”. Así, si los lugares incorporan nuevas componentes, características y condiciones capaces de variar su identidad previa, podemos intervenir en ellos para modificarlos. No cabía duda en cuanto a la capacidad tecnológica de modificación física del territorio (ya comprobada en la colina del musgo), si no de inflexionar su devenir histórico aparentemente inmutable (y dejo de lado provisionalmente una interesante discusión sobre la capacidad de transformación social del espacio físico…).

Mi tesis es que una específica articulación de ciertas características, formas y narrativas territoriales, son capaces de modificar la identidad de un lugar y, por tanto, la oferta que constituye para el observador, el habitante y el visitante. La identidad es, por tanto, diseñable, mutable y ofertable.

En un listado no exhaustivo, las piezas que componen un proyecto de identidad de un territorio son: la vocación social y la decisión política, el paisaje (su protección o rehabilitación), la jerarquización de las actividades económicas (creación, impulso o prohibición), un sistema de proyectos estratégicos y articuladores, la conexión activa de la oferta con la demanda mediante productos consistentes y coherentes con el proyecto, emprendedores que los empujen y redes que los sustenten.

Nos queda hacer punta al lápiz, ubicar el espacio geográfico, municipal, comarcal, regional… e introducir el concepto de Gestión de la Identidad para separar lo vernáculo de lo pintoresco, lo tradicional de lo convencional, lo trivial de lo sustancial, lo banal de lo típico … and so on.

lunes, 18 de febrero de 2008

Viñedos y Cambio Climático


Este pasado fin de semana he asistido en Hospitalet de Llobregat al foro “Cambio Climático y Vino” . 350 personas de 40 países han estado debatiendo sobre las consecuencias, posibilidades y alternativas que el cambio climático provocan en la viticultura.

Sin ser un experto en este mundo, me han quedado un par de ideas claras. Debido a las dramáticas consecuencias del aumento de la temperatura del planeta, hay dos principales alternativas para aquellos que quieran insistir en un negocio tan ligado al clima como el del vino. La primera, radical, sería cambiar los viñedos de latitud hacia las nuevas zonas vitivinícolas que las variaciones climáticas provean. En Europa, por ejemplo, Inglaterra y Dinamarca (sí, sorprendente!). La segunda, ligada a los territorios tradicionales, usar variedades de uva más adaptadas a las nuevas exigencias climáticas. En cualquier caso y pese a la simplificación excesiva de estas líneas, me satisfizo encontrar un colectivo preocupado y comprometido con hallar soluciones a un problema políticamente mal atendido.

En mis conversaciones y lecturas he encontrado tres posiciones básicas ante el cambio climático. Aquellos que se pelean, aún, con la verdad o falsedad del postulado. Estéril posición, desconectada de la acción y tan española. Recientemente un líder político español hacía gala de esta posición fundándola en la opinión de su primo.
Aquellos otros que sin discutirla esperan pasivamente que la ciencia, el progreso, la propia naturaleza o intervenciones mágicas resuelvan el futuro… “no pasará nada”.
Por último, aquellos, entre los que me cuento, que vemos una oportunidad en la crisis de rediseñar y construir nuevas maneras de relacionarnos con Pangea, más responsable, respetuosa y duradera.

Volviendo al foro del fin de semana, este era el estado de ánimo de los asistentes, optimista y activo aunque no exento de preocupación. Además, aquellos con el compromiso de conservar la identidad de sus territorios y no solo el negocio, defendían estrategias integrales que incluían la defensa del paisaje, el uso de energías limpias, agricultura ecológica, formación e información.

Paradójicamente, la preocupación por las consecuencias del cambio climático nos empuja a la recuperación de la identidad territorial, actividades, paisaje y la gente que lo habita. Bienvenida sea.

jueves, 14 de febrero de 2008

Arquitectura y Turismo


Recuerdo un viejo artículo del arquitecto Federico Correa publicado en la revista "On", que titulaba: "Guils de Cerdanya o Beverly Guils". Defendía el maestro en el artículo, la libertad de creación del diseñador frente a la limitación de las normativas estéticas que, en el inicio de los 80, empezaba a plantearse en los pueblos de la Cerdanya en el también inicio del "boom" inmobiliario ceretano.
Entre otras, la normativa de Guils, proponía (según recuerdo, puesto que no he encontrado el artículo...) la colocación de pizarra negra en las cubiertas, dejar la piedra de la fachada vista y la proporción tradicional de las ventanas. Aunque son aparentemente medidas razonables, se quejaba amargamente el arquitecto de la dificultad de diseñar un edificio en ese territorio con la acción coercitiva de dichas normativas. Hacía notar también la paradoja de que para defender una imagen vernácula, acabaran “importando” la pizarra y la piedra de Galicia, en tanto que no se encuentran tejas de pizarra autóctona, ni canteras que las produzcan, impidieran el revoco tradicional de las paredes para aumentar su necesaria impermeabilidad y obligara a una baja iluminación y asoleamiento de los interiores. Por ello, la tesis del artículo era que en vez de conservar la identidad de Guils de Cerdanya, estábamos construyendo Beverly Guils, metáfora de lo banal, frívolo y desarraigado.

Con la distancia y el tiempo pasado y visitando la Cerdanya de hoy, parece como que el arquitecto profetizara más que criticara los resultados.
No defiendo la ausencia de normativas, antes al contrario, me parecen necesarias e imprescindibles. La nueva actividad turística y de ocio que reemplaza las viejas actividades económicas rurales, agrícolas y ganaderas precisa de reflexión detenida y acción mesurada. No basta con aplicar pintoresquismo banal de fácil consumo. Precisamos proteger el paisaje, definir un estilo de actuación respetuoso y moderno determinando, por ejemplo, los invariantes castizos que proponía Chueca Goitia en su magnífico libro y, por último, limitar el acceso indiscriminado.

La Cerdanya y tantos otros territorios, han sufrido un cambio de fisonomía radical en los últimos veinte años. Cambio que acaba decepcionando al visitante y alejándolo de esa oferta, abocando al territorio a una nueva crisis.