La UNESCO distingue patrimonios tangibles e intangibles,
pero seguramente nos haría falta una tercera categoría para incorporar un
fenómeno reciente vinculado a las nuevas tecnologías y narrativas transmedia.
Me refiero a esos espacios ¿reales? ¿virtuales? ¿mixtos?
que, proviniendo de universos narrativos, nos proveen de productos, consumibles
y visitables. Por ejemplo, el universo de Tolkien y el Señor de los Anillos y
su estrecha relación con Nueva Zelanda merced a las películas de Peter Jackson.
Más reciente, Juego de Tronos y su interesante sistema de localización de
exteriores, invención digital y territorios para reproducir a los ojos del
espectador Westeros, Essos y Sothoryos,
los tres continentes conocidos y recorridos por los personajes de la serie.
Game of Thrones
ha sido rodada en múltiples destinos: Croacia, Malta, Irlanda del Norte,
Islandia, Marruecos... buscando lugares con características que se adecúen a la
narración. Cuando las características locales no son suficientes, se añaden digitalmente, dando como resultado
nuevas dimensiones y significados que se añaden a los preexistentes. ¿Podemos
llamar patrimonio a este resultado? ¿tangible, intangible...? Por supuesto, no
corresponde con una realidad histórica y ni siquiera física, pero tal es el
poder de la narrativa, que los multidestinos asociados a la geografía Juego de Tronos, son deseados y
visitados por miles de fans y múltiples ofertas comerciales así lo publicitan.
El último lugar escogido ha sido el castillo de
Santa Florentina en Canet
de Mar. Durante tres días se convertirá en Horn Hill, la fortaleza de
la Casa Tarly, una de las familias de la serie Juego de Tronos. La Casa Tarly de Colina Cuerno es una casa
noble del Dominio y vasalla de la Casa Tyrell.
Su asentamiento en la colina con el mismo nombre y sus tierras se
localizan en las colinas bajo las Montañas Rojas de Dorne.
No es casual la elección. El castillo de Santa Florentina de Canet de Mar presenta un
aspecto medieval insólito. Seguramente con orígenes romanos, las edificaciones
del conjunto responden a la acumulación de funciones y servicios durante dos
mil años de historia como casa 'fuerte' y a la intensa intervención del
arquitecto Domènech i Montaner a principios del siglo XX. El arquitecto hizo lo
mismo que ahora hacen los productores de la serie. Convertir un edificio en un
pedazo de una narrativa que haga sentido a quien lo habite y lo vea. Domènech
decide medievalizar e inventar un repertorio formal y estético que conecta
intelectualmente con las necesidades televisivas cien años después.
Será arduo para el visitante sumergirse en las múltiples
capas de significado que se van añadiendo al edificio: sus vestigios romanos y
medievales, la bella intervención modernista-medievalista y la incorporación
narrativa de Juego de Tronos. Todo un reto para aprovechar e incorporar como
capas de interpretación y diversión en la relación del visitante con el
patrimonio.